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sábado, 16 de julio de 2011

Sale el Sol (de Fernando Mañueco)


Como esa guinda que flota en coñac, dentro de algunos bombones. Como la aceituna que bucea en un Martini. Como el hielo que se deshace en un vaso de tubo.
Como la sonrisa que brota en el rostro de quien está llorando y se avergüenza de su llanto.
Como la tormenta de nieve que se desata dentro de una bola de cristal.
Como el tenso resorte de un despertador justo antes de sonar. Como una lágrima rodando por la mejilla. Como una mentira rodando por la vida.
Como el gesto desesperado de un cobarde, como el arranque que le hace pasar por valiente.
Como la explosión de fósforo de una cerilla justo en el momento de entrar en combustión.
Pensó en la angustia que sentiría una pila, si tuviera conciencia, encastrada en un claustrofóbico alojamiento, perdiendo energía a cada momento y con el vertedero como único horizonte.
Uno puede cerrar los ojos, pero no puede evitar que el Sol salga a su hora.

1 comentario :

  1. Si este microrrelato no es genial y genuinamente poético, entonces tendremos que revisar nuestras definiciones de genialidad y poesía. Enhorabuena, Fernando. Y en tu página aquí al lado hay muchos más.
    Me gustó mucho también porque de pequeño, yo salvé muchas de estas pilas de acabar en el vertedero, simplemente me las guardaba en una caja vacía de Cola Cao, esas de lata, y jugaba con ellas a convertirlas en naves, submarinos o columnas de edificios de civilizaciones extraterrestres.
    Un abrazo. R.

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