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sábado, 21 de mayo de 2011

La Alfombra Roja


Palabras, palabras de brillante plata
mi voz dibuja en el aire nuevo
mas al instante se oxidan y matan
el horizonte de vigilia y sueño.

Urnas herméticas, acristaladas,
evitan tactos de caricia y beso.

Hablan de sentimientos, palabras
que esculpen, de aire y de luz, escaleras
por cientos de fantasmas transitadas.
A la vez, ciegamente precipitan
notas de amor interno, tan interno
que nadie, ni yo, puede ya entenderlo.

Palabras que tornan mi voz más suave,
urdimbre vocal de escarlata alfombra
que aguarda tu caminar mientras abre
vía libre a los versos y a la prosa,
a tu llegar que del adiós no sabe.
¡Pero no vienes! y se queda a solas
mi voz con palabras que no le caben. 
                                    R.
                                                                                                      

Cementerio militar



De tumbas se cubre el suelo,
¡fúnebre damero!
(Vuelve siempre este mal sueño
que sólo me llega despierto)
En marcial formación germinan,
cruces regadas con sangre.

Cartesiano recuento
de espanto, dolor y miedo.
En pos de quebrar el olvido
anónimas manos grabaron
sobre la piedra mil fechas,
mil nombres,
a turnos cubiertos de flores,
de hojas,
de cielo.

De mañanas anuncio, 
de las noches desvelo
¡llanto de tantos niños!
(Vuelve siempre este mal sueño
que sólo me llega despierto)
Resuena su lloro inocente
más que las bombas
más que las órdenes
más que los himnos
y que los gritos de los que murieron.

¡Lágrimas de huérfano desconsuelo!
Manantial triste que abunda
 la ya copiosa sangre vertida
en el abyecto duelo
del odio y de los reyes,
de los dioses y las patrias,
del querer ser más siendo menos.
                                                 R.
 

miércoles, 18 de mayo de 2011

Era Verano

Quiero esa tarde. La que cayó sobre tus hombros, la de azules imposibles. La tarde de parvadas y manos inquietas. (Adriana Reid)
                                        



No siempre la primera vez es  la número uno. Lo que sí sucede, casi siempre, es que se recuerda toda la vida... es decir que se embellece durante toda la vida, como suele hacer la memoria con casi todo. Por eso, para escribir estos dos sonetos, no dejé que pasase mucho tiempo. El justo para "incubarlos".  Espero que te gusten y te traigan también gratos recuerdos a ti.


(I)

¿Te acuerdas? Era verano y oro
y media tarde y jazmín y ¡me ama!.
Era calor y Madrid y mi cama
y calima de amor en cada poro.
Era después un beso como liana,
era mar tu pecho breve en mi mano.
Era el azul del cielo castellano
que te azoraba y bajé la persiana.
Era verano y era también mayo
en el secreto de mi alcoba a solas,
y tarde y jazmín era y florecías.
Amor era,  y era deseo sin fallo
las sábanas eran espuma y olas
y tu cuerpo sobre ellas se mecía.


(II)

Era verano y nosotros y oro,
enamorados y todo tan sencillo.
Recuerdo es la ventana sin visillo
con el que ahora mi soledad decoro.
Estoy aquí solo sin ti, y lloro
y tu ausencia torna el cielo amarillo
y el deseo remacha el estribillo
de soledad con la ventana a coro.
He recordado tu cuerpo desnudo
desafío de amor sobre mi lecho
que ya no admite de ti reemplazo.
Estoy pensando ahora en cómo pudo
pesar y oprimir mi pecho en tu pecho
sin reventar de amor entre tus brazos.
                                                             R.

De Madrugada

Esta noche vuelve a ser de vela
como tantas otras de ausencias.
No estás aquí y sólo queda
entre destellos de ira sorda,
la noche de imaginaciones llena
la noche de soledad completa.
En el fondo negro del cielo
(más negro ahora que lejano)
estoy escribiendo mi anhelo
con versos encarnados.
(el lápiz es látigo en mis dedos)
Protesto ante mis dioses muertos
porque estás lejos con mi vida
y a mi me queda el cuerpo
a solas, esta noche, con la voz,
en lugar de estar mostrándote cordilleras
en las sábanas tibias
después del amor.
                                               R.

Valle de Rodalquilar (Cortijo "El 40")

Fotografía tomada por Umbriel desde el Cortijo El 40 en Rodalquilar ( 2007 )

En aquel remoto lugar 
que, sin ser nuestro, nos pertenece
el Sol lo llena todo y juega,
cada atardecer, a ser un fugaz rey Midas
(no por cotidiano, menos asombroso)
justo donde el oro cobra perfil de ruina
y silenciosas, las chumberas cumplen
con su milenario rito
se aúpan y escalan las laderas
para ofrecer a cielo sus hijos.


... ...

Balcón de amaneceres
donde el invierno es una leyenda
contada por antiguos forasteros
entre sol y sol
con voz arrullada por ecos de olas
con voz adornada por mil estrellas
(temerosas siempre de que el viento las borre)
con voz de levante
con tinta de poniente.
Y, luego, el silencio
el silencio, escondiéndose del viento
¡Qué inconcebible resulta aquí el invierno!
 luego el tiempo,
muy despacio, 
muy despacio
nos trae la Luna.
Sale primero para nosotros
y se va, rodando
se va para revelar
más allá de las últimas cimas,
en otros cerros,
la plata esperanzada de los olivos
y luego, más allá, a otro mar
otro mar que no es el nuestro,
que muchos siglos fue el último.


Desde aquel rincón elevado
que, sin ser nuestro, nos pertenece
pude y puedo contemplar la curva
que acuna el mar,
trazo certero del Creador,
curva al fin, que tiene mis ojos llenos
y mis manos ausentes.
                                          R.

Los Signos


No había libros que abrir
ni sellos que romper.

Lo que estaba escrito no existía,
eran quimeras las profecías;
los signos sólo estaban en nuestros ojos
y sólo en nuestros oídos
atronaban las siete trompetas.

Quebramos, nosotros solos,
las copas de vidrio vivo,
quemamos su  rojo vino,
(dibujo de sangre y seda)
Y con sal y azufre sembramos
las llagas de nuestras tierras.

Lo que estaba escrito no existía:

Deseosos de adivinar significados arcanos,
no había que suplicar
                                   Y suplicamos.
No teníamos que llorar
                                   Y lloramos,
ansiosos por descubrir la cara muda de los espejos.


Ya es tarde ahora, pues el cielo
era más y será menos.

Nadie leerá lo que escrito estaba
con signos viejos, con pulso incierto.
                                                            R.

Sanar de Amor


Ante el celoso mirar de los dioses,
crearemos el amor en un lecho
de cometas y estrellas, al acecho
todas de que tras el amor reposes

descuidada, como cuando descoses
los ajados remiendos de mi pecho,
roto de atravesar el estrecho
desfiladero de tantos adioses.

Si el vértigo feliz de tu cadera,
y el relatir de mi pecho en tus senos
prefacio de mi sanación no fuera

tu descuidado reposo, al menos
logrará que tenga hasta que muera
de tu lento mirar, mis ojos llenos.
                                                     R.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Tal Vez (composición de Fernando Mañueco)

Tal vez
Tal vez no entrelazamos bien los dedos.
Quizá faltaba la muerte en el anzuelo.
Tal vez naufragué en el negro mar de tus pupilas.
Quizás olvidaste que hay amaneceres sin ocaso...
... y atardaceres que matan a las lilas.
Tal vez arrinconaste hasta tu credo...
...por dormir sin ataduras a cielo raso.
Quizá un birlibirloque me dejó sin suelo....
...para apurar la vigilia en la capilla.
Tal vez se apagó la llama de la vela...
...el pábilo humeante no alumbraba.
Quizá no era rubor el fuego en tu mejilla.
Quizás olvidé a qué huele la canela....
...el aroma del hastío lo tapaba.
Tal vez un día negro siguió a una noche oscura.
Quizás se ahogaron los silencios. La locura.
Tal vez hasta los gritos se callaron con voz hueca.
Y la sonrisa se convirtió en mueca.
Y la vida se mudó en tortura.

domingo, 8 de mayo de 2011

De ventana a ventana

El cielo ciudadano es negro
y cuadrado en mi ventana,
enmarca cada segundo de su ausencia.
Está quieta la noche,
es abundante el tiempo
y espeso. Y negro.
Puede ser por simetría del café
que me mantiene despierto.
Cielo y ventana  a saltar me invitan,
a ser gaviota, a volar 
siempre al Este, hasta el mar donde ella está.
Llegaré a su ventana para invitarla a salir
(¡No temas, amor, a la espuma del acantilado!)
Sentiremos juntos, navegaremos juntos,
aroma y rumbo de la noche,
lejos del Madrid acostumbrado
lejos de carcomas y rutinas
lejos.
Rozaré con mis alas, las suyas
y con besos ganaré altura
desde la que contar estrellas 
en el mar-espejo
para no cegarme de tanto cielo.

El primer amor


Tú que fuiste y serás la más querida
(¡el amor de mi vida!)
vuelves a mi mente en esta hora
pero en mi voz ya no se aloja
la lumbre encendida por tu nombre
sino la herrumbre de olvidados goces.

Como el rocío a las corolas
inesperada añoranza moja,
sin yo querer,  la piel bajo mis ojos
y me parece su rastro incoloro
la vertical rima de aquel verso
que beso era y era amor ileso.

¡Cuánto te quise! y ¡Cuánto te quiero!
pero ¡cómo ayer!  y hoy, cómo
Te vas, como te fuiste, sin recodos,
saeta fugaz,  ¡mi amor primero!.
                                                   R.

Enamorada de la luz.


Mariposa del día y del Sol
arcoiris diminuto, centelleante
(cada aleteo, un fotograma)
te llevas nuestros ojos
tras tu vuelo tartamudo
pero no eres tú
la enamorada de la luz.
---------
Blanca novia de la muerte,
mariposa de la noche,
en breve vuelo, desde la pared
a la luz abrasadora,
se consuma tu romántico suicidio.

Blanca punta de flecha
disparada a la falsa libertad
de la luz artificial.
Copo de nieve retrasado,
sucumbes en la lidia del calor
incandescente de la electricidad.
Eres casi, como un Dios,
eres tu propia víctima.
                                   R.

Aprendiz de nada

Hay muchas cosas que no se aprenden en la escuela... ni nos enseñan en ninguna otra parte. Pero para eso cumplimos años, para echarlas en falta e ir a buscarlas y conocerlas; el conocimiento es libertad.


A sumar aprendíamos
sobre la  frontal  pizarra,
mas estábamos restando.
Recitamos de memoria
de tantos mares sus nombres,
pero de su azul rugido,
sólo nos dieron silencio.

Ni del amor que desarma,
(de tantos versos razón)
ni de caricias del alma,
tuvimos nunca lección;
el mirar hipnotizado
del hombre ante su hoguera
a ce-o-dos se redujo
y su endiablado embrujo,
evocador de quimeras,
en combustión disecado,
sólo calor y luz era.
El pálpito delicado
de lo vivo, con inciertos
esqueletos han hurtado.

Con estrofa, rima y metro
convertimos en oscuros
los más encendidos versos.
¿Fue por sentirse seguros,
no fuese que aprendiésemos?
a saltar y burlar muros,
a detener el intenso
odio de los inseguros,
a abandonar el lecho
sin temor a ser impuros
y con el amor entero,
a salvo de los conjuros
de tantos falsos maestros.
                                    R.

Morir contaminado




Desde aquí puedo veros,
escucharos también puedo,
desde aquí puedo amaros
pero, tocaros nunca podré.

Estáis, a la vez que aquí
 a miles de kilómetros de mí,
distancia, ¡ay!,
en gruesos vidrios  condensada;
invulnerables, como el tiempo,
hacen del presente, lejano recuerdo.
Estáis a miles de kilómetros de mí
porque nunca podré salir.

Aquí lo tengo todo,
todo menos aire respirado,
todo menos el tacto de unas manos,
todo menos la brisa de un suspiro.

Aquí todo lo tengo,
todo desinfectado
todo funcional
y acondicionado,
todo perfectamente estudiado.
Crece el ansia de salir,
¿escapar quizá?
salir y vivir un segundo
y morir contaminado.
                           R.