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lunes, 19 de septiembre de 2011

Monumento al mar (de Vicente Huidobro)

Estoy en estos momentos contemplando el mar (y seguramente, él a mí) por lo que no me puedo resistir a incluír este "monumento" de Vicente Huidobro como entrada de hoy en este blog. Es extenso, minucioso y muy bello... como su modelo. ¡Disfrútalo!






Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas.

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte



                                                              Vicente Huidobro

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La llamada (1983)

Vivo estoy bajo la muerte
que habita arriba
entre dormida y transparente.
Después del día último
los papeles se invierten:
yo, bajo la tierra, soy el vivo
y arriba todo es inerte.

Se diría que guardo el pasado
escrito en vidrios amarillos
para, un día, herirme con su oro
y desangrarme
y ser planeta,
heredar la paz eterna del cementerio.

Un día me haré escenario
me heriré,
me haré planeta
con la más sencilla de las recetas.

(siento que me invita la tierra
llamando a la tierra que llevo dentro).
                                 R.






Dibujo de Umbriel. Tintas sobre papel (2008)

viernes, 9 de septiembre de 2011

Memoria

Ahora algo puede contarse, aunque algunos detalles deben quedar al margen para proteger a los inocentes.

Dibujo del autor en tinta sobre papel (2006)

Cuentas memoria mía ya con años
los que más no tengo, los del pasado;
tú, sabia, embalsamas el pecado,
decoras amores y  desengaños,

como voces pintas lo que son ecos
someros reflejos trocas en luces
no sé si me engañas o me seduces
¡Ah, lujuria de aquellos besos secos!

Por más que sea sincero el olvido
prefiero caer contigo en incesto
sobre el dulce dolor de lo vivido

incierto lecho en el que me acuesto
contigo para escuchar tu latido
que habla del ayer y calla el resto.
                                                                   R.

martes, 6 de septiembre de 2011

Amanecer en el valle de Rodalquilar


                                              Foto del autor en Rodalquilar (2007)  R.



En esa hora que no es hora
me despido de la noche;
van a tener lugar, al fin
cielo, tierra y mar.
Canta el gallo
en punto la aurora,
hacia ella arrastra el poniente,
en notas broncas,
enredadas mis miradas
y las voces de aquellos árboles
viejos ya de vendavales.
Con esta luz son veleros varados
que a duras penas retienen
sus caprichosos aparejos,
se desgañitan en vano
en una lengua que no entendemos.

Como una suerte de agua ausente
discurre, valle arriba, la vida
se aposentan los colores
que la noche olvida
y, en presagio de derroche,
el primer rayo 
de sangre y espigas,
alcanza mis pupilas
como me alcanzó el amor
antes, cuando te miraba
mientras dormías,
mientras soñaba.

                                   R.
(... quiero aprender a transitar
las infinitas bifurcaciones 
de tus inasibles sueños)

La Inocencia Caída ( de Mar i bel Valdivia Palma )

Hay veces que se conmueven los infiernos de la inanición y se arrancan a comer hambre. Lejos de los infiernos pues y de los festines. Dicen que Jesús ayunó desiertos ( y esperó piedras ) y venció. La tentación no resucitó ni murió a los treinta y tres. Años. Ni el tiempo eterno ni el espacio eterno tuvieron noticia alguna de su desaparición. No comer cuarenta días y negarle a los demonios el vestido de paraíso. No negar a los demonios. Dar los pasos alejando los pies y el corazón de los infiernos, al ritmo del corazón y los pasos. Aún en el invierno con sol.


©Mar i bel valdivia palma

Pesa la soledad como toda la inocencia caída. Será la sonrisa descargada, como lo fueron las manos, la nueva voz.