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domingo, 25 de marzo de 2012

Poema visual #2 de Fernando Mañueco

Esta fotografía tiene algo musical en su composición. Yo no entiendo de pentagramas ni de notas, pero casi estoy seguro de que la disposición de las cigüeñas en esta imagen sonaría como un acorde si algún músico las plasmase sobre un pentagrama.
De nuevo una gran contribución de Fernando en este blog.
R.

Fotografía de Fernando Mañueco (2012)

sábado, 24 de marzo de 2012

Poema visual #2 de Dilia





Fotografía obra de Dilia Palacios


    Artista polifacética, Dilia no sólo utiliza los pinceles con exquisita sensibilidad y cuidada técnica, también la fotografía está entre sus artes. Espero que siga regalándonos obras como ésta. A mí me ha llevado a un mundo de sueños, a un mundo virgen sin otras fuerzas que las propias de la Naturaleza, un mundo que está ahí para ser disfrutado pero que nos avisa de que ya estaba antes de nosotros y seguirá discurriendo aunque no sepamos recrearnos con su belleza, su fuerza su indestructible sencillez.

OLAS (por Fernando Mañueco)







Llegó a la costa con tan sólo un hálito de vida. Retorciéndose.  
Murió a los pocos segundos en la misma orilla. En esa zona donde la arena está mojada.
En esa zona donde la marea es sólo un cementerio de diminutos esqueletos reducidos a un polvo fino. Millones de conchas de animales muertos hace miles de años. 
Vidas perdidas.
Murió la última ola.
El mar quedó plano, estático. Y, lo que es peor, completamente mudo. Los peces se miraron perplejos.
Los grandes escualos cartilaginosos dejaron de  ondear sus aletas.  Las caracolas se entristecieron. Cesaron las cimbreantes danzas de las algas.
Los grandes mamíferos marinos no supieron qué pensar.
El agua dejó de moverse. El vientre de la bailarina se detuvo. Con esa última ola, el mar había muerto.
Poco después murió la última sonrisa. Y murió la alegría. Con un último beso, el amor murió también. Con un último abrazo, la amistad desapareció.
Con un último aliento, la brisa cesó para siempre. Noche negra. Fría y silenciosa. El último hombre, el eslabón final de la cadena, comenzó a llorar. Pero no hubo lágrimas.
Sus pequeños mares habían muerto dentro sus ojos, sin llegar a nacer. Comprendió que no había nada más. Que no debe esperarse nada más.
Que hay que vivir mientras el aire salga y entre de los pulmones una docena de veces por minuto. Que hay que mecerse con las olas mientras el mar viva.
Y hundió sus dedos en la arena mojada.




                                                                                                                                                F.M.

Luna y Nube



La conocida frase "una imagen vale más que mil palabras"...puede ser cierta pero necesita de esas pocas palabras para ser expresada. En el caso de la poesía, mil palabras seguramente son demasiadas y, si se trata de transmitir sentimientos y sensaciones con un toque de belleza y brevedad, una imagen como la que nos regala mi amigo Fernando Mañueco puede encerrar toda la belleza, ritmo y hasta la rima del mejor de los poemas. Este es uno de sus más logrados poemas visuales, en mi opinión. Un poema que nos pone en el mismo plano que los dioses, que nos deja intuir que el Olimpo no está en otro lugar que en nuestra mirada. Le doy las gracias por compartirlo.          R.

Fotografía de Fernando Mañueco

domingo, 18 de marzo de 2012

Vino y cigarrillos





Dibujo del autor: La forja de la Esperanza entre la Pasión y el Olvido




Una mezcla de sabores malditos,
alcohol y alquitrán
en mis labios

De ese fuego prudente y pequeñito
nacen, a veces, versos
afligidos.



Volutas del humo de un cigarrillo

por mí abandonado,

encendido.


En inasibles letras traen consigo
lugar y momento
entretejidos.

Atesoran el calor de lo vivo,
se mueven e imitan
los latidos.

Pero tienen ese color esquivo
del sueño olvidado,
de lo perdido.

¡No me sirven, no las quiero! grito
y, de un manotazo,
las retiro.

Luz del cuadro aquél de azul y brillos
busco para salvarme,
en delirio.


                                         R.





viernes, 9 de marzo de 2012

POEMA VISUAL #1 de Dilia Palacios



Obra de Dilia Palacios (Acrílico sobre tela)









Onírico,
casi cilíndrico
reflejo;
casi metal,
casi destello.
Aurora 
que engulle luceros
para parir soles.
Farola
que anuncia
seres,
que alumbra noches,
sube
para caer en luces
sobre los hombres;
Mientras, las volutas de humo
-ahítas de velos y danzas-
me anuncian su adiós,
me cuentan de ese cielo 
que se mira en un mar
sin sombras,
vertical,
secreto.
                     R.