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martes, 26 de abril de 2011

La Campanada (una vida se renueva)

"El verdadero incordio de nuestro mundo es que parece un poquito más matemático y regular de lo que es; su exactitud resulta obvia, pero su inexactitud está escondida: lo salvaje yace a la espera"                                                                                                          (G.K. Chesterton)





Primera eres y la más sonora
y te siguen, en fila, otras once
en marcial cadencia de cuerda ybronce
que verticales sombras atesora.
De Este y Oeste sutil frontera,
señal antigua de sagrada hora,
tu llamada nunca, como ahora,
había yo sentido tan sincera.



Razones habrá, mas no las encuentro
¿será hoy mi primera primavera?
O, ¿quemada la mitad de la cera,
tu tañir dio de mi vida en el centro?



Sea como fuese, una o doce,
del campanario, viejo epicentro,
llegó y avanza por mi alma adentro
vibrante epifanía de goce.



Del conquistado país, salir quiero
y que un aire nuevo mi rostro roce
y, con el afán de quien desconoce,
descubrir y andar mi propio sendero.



Así como la mayor avalancha
se inicia con el copo más ligero,
feliz arpegio nace del somero
batir del metal y crece y ensancha
un ansia voraz de nuevos acordes,
sonoro fulgor que borra la mancha
del tedio y a la vida me engancha
con la promesa de romper los bordes.
Anuncio has sido a mediodía,
con once ecos inmisericordes,
de que, desde hoy, serán discordes
mis anhelos con la monotonía.






Has quebrado sin querer el espejo
que daba, a mis años, simetría:
futuro de pasados prometía,
todo por siempre igual pero más viejo.



Puedo ya escribir un nuevo verso.
De conocidas rutas me alejo.
De las dudas y miedos no me quejo
y alimentarme sé de lo adverso.



Fue de bronce y hastío el resorte
que hizo saltar mi viejo universo,
conservo algún retazo disperso
pero sé bien dónde está el norte.



Deseo del sur sólo el cariño,
ya vacunados mi hablar y mi porte
del tentador acento de la corte
y de perseguir púrpura y armiño.



Por embridar el caos he luchado
mas, hoy, lo turbulento me hace un guiño
y me reta a rescatar el niño
que miraba al cielo, extasiado,
con tantas preguntas como estrellas,
con mucho más futuro que pasado;
pero era un futuro prefijado
más que camino, cadena de huellas.



Mi horizonte se ha multiplicado
con el son de las campanas aquellas,
todas las luces son ahora centellas
veloces que yo mismo he creado
y he atrapado entre mis pestañas,
desmadejando sus siete colores,
como banderas de tierras extrañas
donde habitan desnudos amores
libres de una vez de las telarañas,
restos espirales, de mis temores.
                                                   R.