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domingo, 17 de agosto de 2014

NO DECÍA PALABRAS (de Luis Cernuda)






No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.




               (L.C.)
 respuesta nadie sabe.

viernes, 15 de agosto de 2014

Levantar el vuelo (por F. Mañueco. Extraído de otra pag de este blog)

Levantar el vuelo

Se despertó sobresaltado. Tenía la impresión de que llevaba durmiendo mucho tiempo, pero no supo determinar cuánto, ni siquiera de manera aproximada. Comprobó que todo funcionaba razonablemente bien, aunque toda la intrincada tela de araña de sinapsis y conexiones neuronales se movía con mayor lentitud de la habitual. Lo achacó a la pereza que sentía.
El resto del organismo seguía inmóvil. Pero no se preocupó demasiado, ya que el corazón latía tranquilo y la respiración mantenía su cadencia habitual. Sístole, diástole. Inspirar, expirar. No sentía dolor.
Decidió aprovechar el tiempo. Se arremangó y se dispuso a hacer una limpieza a fondo.
Había polvo en los rincones, pero prefirió comenzar por deshacerse de algunos trastos inútiles. En una gran bolsa negra colocó, por este orden, dos o tres sentimientos de culpa que nunca había usado y un par de amores resecos de los que apenas recordaba nada. También decidió tirar media docena de miradas intensas, el brillo de aquellos ojos negros que siempre le gustaron y una gran colección de lágrimas ya pasadas de moda.
En un desvencijado cajón encontró tres o cuatro momentos de angustia, algunos escalofríos y el viejo calor intenso que le acompañaba de joven cuando alguna dama le rompía el corazón, lo que sucedió en más ocasiones de lo que le hubiera gustado.
Barrió con esmero la parte del suelo que estaba cubierto por algunas escamas de desánimo. Reposaban desde hacía varios años bajo una tenue película de angustia, desazón, nerviosismo y desesperación. Todo fue a parar al fondo frío y oscuro de la bolsa plástica.
En la estantería, junto con numerosos recuerdos familiares, -que decidió conservar aunque ya no les hiciera mucho caso-, encontró una antigua pasión. Aquella pasión que pensó que duraría toda una eternidad y que se quemó, por combustión espontánea, en poco más de seis meses.
Colocó ordenadamente su colección de sensaciones agradables. El sabor pastoso de la miel, el olor intenso del café recién molido. El aroma de la lavanda, el espliego y el romero. La plata líquida que recorre la noche cuando hay la luna llena . El sabor del pan caliente, el regusto agridulce de la piña fría.
Sin prestar atención se deshizo de dos docenas de caricias completamente nuevas y de algunos besos envueltos en un quebradizo envoltorio de tul y gasa que se le antojó ridículo. La pequeña cajita de metal repleta de odios y resquemores también fue a parar al vertedero. Sin abrirla siquiera para comprobar su contenido. De sobra lo conocía.
Se sintió bien después de desechar buena parte de los sentimientos que le habían presionado el alma durante ocho lustros. No quería ya más miradas torvas, ni más palabras agrias. Necesitaba aligerar lastre. El dolor y el rencor pesan demasiado. Impiden levantar el vuelo.
Oyó perfectamente la voz del médico cuando dijo “no se esfuerce, señora, no le oye, ya ni siente ni padece”. Sonrió y se dispuso a detener la maquinaria. Su tiempo se había cumplido.

                          


(FM)

CANTARES MEXICANOS (Miguel León-Portilla)




Estoy embriagado, lloro, me aflijo,
pienso, digo,
en mi interior lo encuentro:
si yo nunca muriera,
si yo nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
allá donde ella es conquistada,
que allá vaya yo.
Si yo nunca muriera,
si yo nunca desapareciera.
Ms.
"Cantares Mexicanos", fol. 17 v.Nezahualcóyotl.
Trece poemas del mundo azteca,
Miguel León Portilla.-  México, 1984

Poema antecomienzo (de José Ángel Valente)



No detenerse.
Y cuando ya parezca
que has naufragado para siempre en los ciegos meandros
de la luz, beber aún en la desposesión oscura,
en donde sólo nace el sol radiante de la noche.
Pues también está escrito que el que sube
hacia ese sol no puede detenerse
y va de comienzo en comienzo
por comienzos que no tienen fin.




La vida es sueño (con permiso)





Nada nos es propio más de un instante,
granos de arena, efímeras posesiones.
No se aprehenden jamás los sueños
colgados como están al fondo de un pasillo
o detrás de vidrios oscuros. Alborozo y lamento...
Andar trabado y libre vuelo,
nada envuelta en nada.
Son humo sobre humo.
Son lo que somos.

Les digo adiós, sin ganas. Nunca responden.
Me aúpo sobre sus hombros,
pero no alcanzo. Horizontes imaginados,
paraísos perdidos. Cenizas.
Y un cierto resplandor de las espadas flamígeras.

Tras la lucha, quedan los heridos.
¿Qué les puedo dar si aún no despiertas?
No sé suturar esas heridas
acallar tantos quejidos
no sé sin tus manos, sin hebras
sin tino.
Que nada oyeron dirán los testigos;
los informes dirán que nada hubo
a lo más, intento torpe de suicidio.

                                                          R.


jueves, 14 de agosto de 2014

La marca del deseo (extraído de "Sueño de una noche..." en este blog)

''Porque el deseo es pregunta
cuya respuesta nadie sabe''      
                                     Luis Cernuda





La mujer que no se ve en los espejos     
me arrastraba a pisar sobre sus huellas,
que prometían el cielo en sus pechos,
falsos besos que no aman, mas dejan
la marca palpitante del deseo.

Dulces ecos de ciudad extranjera,
su boca era el faro de mis ojos.
Mi mano bajando por sus caderas
-breve relato su vestido rojo-

y luego el adiós con sabor a pena.

                                                                         R.

martes, 12 de agosto de 2014

Poco a poco


Foto del autor (2012)



Llueve,
del cielo y de ti. Del cielo.
Son las horas del agua que lava
la sombra, la noche fugaz,
las medusas de los sueños.
Son de agua tus ojos;
tus palabras, de aroma, de humo.
Recordadas. Etéreas. Mansas
como esta lluvia que no viene
con intención de embestirnos.

Empapadas de ti, se apagan las antorchas
tras quemar versos toda la noche.
Se hace jirones lo oscuro
y tú, ajena, duermes por mí,
el desvelado. Puro triunfo
de tu desnudo.
En tantas estancias lo he pintado
que no sé ni contarlas.

Es el color de los embrujos.
Es. Poco a poco.

Los autos dan voz a la carretera
mientras los pasos guardan
el silencio de los caminos.
Música de leche se cuela entre las buganvillas
apaciguando a los vecinos.
Quédanse fuera las enseñas, los escudos
y pasan de soslayo los segundos.
Los ojos ya no rebuscan tarros
repletos de arroz,
de granos que son luciérnagas.
Las columnas de la sangre aguada
sostienen la aurora, madre y hermana 
del Sol, del celeste brillo de lo vivo.
Es un caer de horas que se otoñan,
les falta ocre y calendario. 
Todas, todas te nombran
y se esconden entre la ropa doblada
tras las tres puertas del armario.
Todo esto pasa en vebos y otras palabras,
las elegí para ti, de una en una
como flores, como tela de vestidos.
Luego las hice reposar en bancos encalados,
mientras planeaba esta noche geométrica 
que se va para que tú hayas estado.
                 
                                                           R.





sábado, 9 de agosto de 2014

Mañanas son todas







El día llegará 
en que te pasees por mi memoria,
en ese terreno de ayeres
serán tuyas las huellas que pises.

De lo que me conforma
nada tengo que no sea universo,
de lo conquistado
¿qué si no polvo y palabras?
Algunos fotogramas que hablan
de olas, de espuma y nostalgias.
De nuestro tejer de tacto y saliva.

Llegará el día siguiente,
no creerás que despiertas.
Mañanas son todas pero aquellas
eran otras
que ya no vuelven.
                                              R.

viernes, 8 de agosto de 2014

Ven, es una palabra muda



Fotografía del autor (2007)





Adornada de adelfas que intoxican
el aire y mi mirada
huye y aguarda la carretera;
bastó una palabra tuya
                                (Ven, es palabra muda)
para hacer de mi cuerpo frontera,
el antes y el luego  juegan
a escondidas en mis venas.
Delante y detrás sigue el asfalto.
Marciales limoneros repiten sin cesar
las mismas joyas, a cientos.
Codicioso, disperso yo mis ojos
como haré esta noche ante las estrellas
como haré después frente a tus senos. 

Sé que llegaré a nuestro lugar
allí donde a simple vista se desnuda
el secreto ciudadano de las fases de la luna,
donde se hace más poderosa
la llamada orgullosa de tu sexo,
donde el aroma a jazmines borra
los viejos pudores viejos.
Donde a ti y a mí nos queda
amor tras el deseo.
Ven... me dirás, 
cierra esos ojos llenos.
Ven, me dirás
y ya no habrá luego.

                                              R.




lunes, 4 de agosto de 2014

PONIENTE



En este lugar del sur el viento
imita a las pasiones,
es más fácil percibirlo que predecirlo.

Dibujo del autor 2011


Hablas pulsando los tallos
pero yo nada te entiendo.
Sólo palpo. Siento. Callo.
Permíteme que te lave 
la sangre de los labios.
Aúllas, silbas, ruges, lloras...
Sobre tu grupa nunca tanta poesía
avivando las hogueras
reventando las ventanas
afilando la esquinas.

Te curaría, viento, las ganas
si arrancases tú las mías.

Hierve la herida que no mata
tiene trazas de hechicera,
cambia la voz de las tormentas
mezcla los goces y las penas.

Sé que mueres si te detienes
pero sé un héroe y escucha.
Mi carne llama a la suya, 
sin respuesta.
Sin respuesta.
Se agitan los sentimientos con feroces aleteos
cada pliegue de su vestido esconde
la roja divisa del deseo.

El ansia desordenada de tus dedos
danza y alborota mis cabellos
pero no son esos los que quiero.
No son.
No vinieron.

                                            R.